Marina tenía mucha ilusión de que llegara su noveno cumpleaños. Esta vez, no había pedido ni muñecas, ni aparatos electrónicos, ni juegos, ni puzzles. Su sueño para celebrarlo este año con su familia era volar en avión y dormir en un palacio como las princesas de los cuentos. Su padre le había enseñado muchas fotos y le había contado muchas historias de las mil y una noches, genios y lámparas maravillosas, maharajás, encantadores de serpientes, adivinos y caravanas de camellos que atravesaban el desierto transportando las especies desde Oriente.
Un mundo mágico donde a cada instante surgen plazas que nunca descansan, nuevos aromas y colores, zocos y bazares y puestas de sol que se evaporan con el calor de sus tardes… Sin olvidar, sus exclusivos y auténticos riads en el corazón de la Medina, antiguas casas-palacio de nobles marroquíes como el que nos quiere compartir Marina en el blog. Un pequeño relato que hemos querido mantener sin cambiar ni una sola coma para mantener su verdadera esencia… Buen viaje!
“Mi padre dice que Riad Royal Mansour es el mejor hotel de Marrakech… ¡Allí hemos pasado 4 días celebrando mi cumpleaños!
Cuando entramos en el hotel me impresionó mucho, tenía una fuente que no me esperaba. ¡No sabía que en Marrakech les gustaban tanto las fuentes! Me impresionaron también las cortinas, eran enormes y había por todos los rincones (ya se que en todas partes tienen cortinas, pero no tantas ni de tantos colores…) Los señores que iban paseando por el hotel iban vestidos con unos turbantes muy elegantes y las chicas iban con vestidos que parecían de princesas…
En el hotel había muchas casas y todas tenían puertas de color verde. Los jardines eran mejores que los de los museos de la calle. La piscina cubierta me gustó porque por la noche estaba toda iluminada. Tu pasas por un puente por encima del agua, bajas por unas escaleras, entras y te encuentras el agua caliente… Las escaleras del spa tenían muchas velas y llegabas a una fuente llena de rosas blancas.
Vivíamos en una casona de tres pisos. ¡Era enorme! Tenia dos fuentes, cuatro cuartos de baño y piscina con hamacas y sillón para tumbarte. Cuando entrabas en una habitación había dos portones para que no te enfriaras en invierno, una bañera, una ducha y ¡te regalaban unas sales que pintaban el agua de colores! Las habitaciones tenían tocador y vestidor con el Corán incluido. ¡Incluso había una pesadora en el cuarto de baño por si quieres pesarte!
En uno de nuestros salones había un sofá que era como un cuadrado partido por la mitad lleno de cojines de tela de seda y en la mesa había una bandeja de plata ¡con una fruta riquísima! En la estantería un minibar y altavoz por si querías conectar el movil y escuchar tu música. Ademas en el techo habia una cúpula transparente que con un botón podías abrir y cerrar para que corriera el aire. ¡La casa me encantó!
Said era el mayordomo y era muy simpático. Venia siempre para ayudarnos cuando nos faltaba cualquier cosa y a mi siempre me hacía reir.
Los paseos fuera del hotel por el zoco te impresionaban por la diferencia entre Madrid y Marrakech. Las cosas que venden son muy bonitas y sobretodo tienes que regatear. Es gracioso regatear porque negocias el dinero y al final todos acabamos de acuerdo.
El té moruno me gustó mucho. Agmed nuestro guía nos llevo a varios sitios para conocer los sitios más importantes como el zoco, un palacio antiguo y nos explicó todo lo que había en las paredes y en los techos, cada color significaba una cosa. ¡Algunas paredes estaban hechas con clara de huevo y yeso! En ese palacio estaba un señor en una mesa escribiendo nombres en arabe con una pluma especial. Me hizo mucha ilusión porque escribió mi nombre y quedó muy bonito.
Fuimos a cenar al restaurante Dar Yacout (El alud). La comida tipica de allí es el cous-cous y el cordero. ¡La comida estaba buenísima! Era un restaurante muy grande donde tomabas el aperitivo en la planta de arriba y cenabas abajo. Mientras cenabas había unos señores que tocaban música y en la terraza había una minipiscina iluminada. Era bastante chulo ver todo iluminado con las luces, casi no veías pero por eso ponían las velas para seguir el camino y sentarte en tu mesa. En las sillas tenían unos cojines muy cómodos para apoyarte para que en la cena pudieras estar bien cómoda.
Los señores iban vestidos con chilavas muy chulas y con unos gorros enrollados de turbante. Este restaurante me impresionó bastante, nunca habia visto ninguno igual.
El viaje a Marrakech fue super chulo y te lo recomiendo un montón. Yo volvería dentro de unos años para visitar más zonas y enseñárselo a mis amigas.”
Marina, 9 años
la nota que publicaste me fue demasiado util, voy a aprovecharla y mandarsela a un amigo por fb que estaba buscando lo mismo, muchas gracias por compàrtir la data 😀
Nos encanta que te haya sido útil Walter! Para cualquier otra recomendación o más información, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. Saludos!